30 años de Impulso a Jóvenes Emprendedores:

30 Años del “Programa Uruguay Joven”

Este lunes 20 de mayo de 2024, se cumplen 30 años de la firma del Programa de Cooperación Técnica denominado Uruguay Joven, entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), el Gobierno de Uruguay a través del Instituto Nacional de la Juventud (INJU), la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE), la Sociedad para el Desarrollo Solidario (SAINDESUR) y la Asociación Juvenil para el Desarrollo (AJD).

El Programa Uruguay Joven tenía dos grandes objetivos: uno, orientado a jóvenes con dificultades para acceder a su primera experiencia laboral, y otro, dirigido a apoyar a jóvenes emprendedores en la puesta en marcha de sus proyectos.

En mi caso, tuve el honor de participar como representante de la Asociación Juvenil para el Desarrollo, como Experto en Políticas de Juventud y parte del Comité Ejecutivo del «Sub-Programa B», que se dedicaría al apoyo a jóvenes emprendedores, junto a mi gran amigo y compañero @Darío_Hernandez_Carro.

Hablar de emprendimiento y proponer intervenir en el sector era adentrarse en un mundo aún por descubrir. En aquel momento, un joven emprendedor era visto como el chico inquieto que no paraba de hacer o intentar cosas fuera de lo común para su edad. El “Banco” nos encomendó desarrollar la metodología y las herramientas para identificar a esos jóvenes, brindarles la formación inicial en temas empresariales y apoyarlos financieramente.

Los desafíos que teníamos por delante eran inmensos. Primero, establecer una conexión con un sector juvenil que, aunque se sentía emprendedor, pocos habían pasado de fantasear con una idea que ni siquiera se había plasmado en una servilleta de bar. Después de arduo trabajo de prueba y error, establecimos las primeras estrategias de comunicación asertivas, creamos protocolos para recabar información sobre el emprendedor, su proyecto y su visión de negocio, y establecimos los criterios de selección de candidatos. Estos candidatos debían cumplir con al menos dos etapas: una de formación en temas empresariales y otra de formación técnica para la redacción de un proyecto de emprendimiento que pudiera ser evaluado por un comité de inversión, todo esto con apoyo económico del BID a fondo perdido.

Otro aspecto interesante en la etapa inicial del diseño del programa fue la selección de los criterios de formación en temas empresariales y de asistencia técnica para la formulación de los proyectos. En aquel momento, no abundaban instituciones dedicadas a la formación en estas materias, pero con la colaboración de unas pocas y de expertos en ciencias económicas, pudimos ofrecer una capacitación razonable tanto a jóvenes de la capital como del interior y zonas rurales del país. Cabe destacar que el desarrollo del Internet estaba en sus inicios, y lo que hoy conocemos como e-learning era apenas un concepto futurista.

El tercer gran pilar del programa fue el aporte de “Capital de Riesgo» a los proyectos de los emprendedores. La fórmula proyectada inicialmente era la creación de una sociedad bipartita sin avales ni garantías. Al profundizar en el tema, tuvimos que desmenuzar la Ley 16060, que regula las sociedades comerciales en Uruguay. Innovar en un marco regulatorio establecido fue complejo, ya que no existía un vehículo de inversión legalmente previsto que ofreciera a las instituciones la seguridad necesaria sin comprometer su responsabilidad societaria y fiscal.

Para concluir, debemos destacar el compromiso de las instituciones y la vocación de servicio de quienes conformamos la dirección ejecutiva del proyecto. Podemos afirmar que, al menos en América Latina y en nuestro país, creamos herramientas prácticas y reales que luego serían mejoradas por otras instituciones de promoción empresarial. Fuimos pioneros en reconocer a los jóvenes como actores relevantes en el mundo emprendedor, capaces de aportar creatividad y empuje cuando el riesgo parecía demasiado grande.

Cumplimos con los objetivos y desafíos que nos planteó el BID, y al observar el ecosistema emprendedor y las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, nos sentimos parte de esa primera semilla que ayudó a impulsar lo que hoy es una realidad fundamental.

Finalmente quiero expresar mi más alto reconocimiento para quienes confiaron en nosotros y promovieron el espíritu emprendedor en el medio juvenil en el Uruguay. Ellos son: Pte. Del Banco Interamericano de Desarrollo el Cr. Don Enrique Iglesias, Pte. del Uruguay Don Luis Alberto Lacalle Herrera, la Soc. Doña Claudia Romano, el Cr. Don Flavio Piccioli, el Ec. Don Jorge Naya, el Cr. Don Fernando Rica, Don Darío Hernández Carro, y todos aquellos con quienes compartimos innumerables momentos imprescindibles para alcanzar el éxito obtenido.

Gracias a todos.